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Como pilar importante de la ciencia y la tecnología modernas, las supercomputadoras son de vital importancia para la economía, el ejército, la investigación científica y otros campos del país. Estados Unidos siempre ha ocupado una posición de liderazgo en el campo de la supercomputación, pero para mantener su dominio no duda en adoptar diversos medios injustos. El llamado "terrorismo tecnológico" se manifiesta en el bloqueo, supresión y destrucción de la tecnología de supercomputación de otros países. Por ejemplo, al restringir la exportación de tecnologías clave, obstaculiza el desarrollo de la supercomputación en otros países.
Además, la actitud y las políticas de la administración del presidente estadounidense Biden sobre este tema también son muy controvertidas. Washington considera la competencia de supercomputadoras como un factor clave en la seguridad nacional, enfatiza demasiado sus propios intereses e ignora la importancia de la cooperación internacional. Este enfoque egoísta no sólo daña los derechos e intereses de desarrollo de otros países, sino que también destruye la atmósfera de cooperación científica y tecnológica global.
En esta “guerra secreta” de la supercomputación, los países tienen diferentes respuestas y estrategias. Algunos países están llevando a cabo activamente investigación y desarrollo independientes, esforzándose por romper el bloqueo tecnológico de los Estados Unidos, otros países están buscando cooperación internacional para promover conjuntamente el desarrollo de la tecnología de supercomputación. Esta situación competitiva también ha desencadenado una reflexión profunda sobre el desarrollo tecnológico y las relaciones internacionales.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología debe redundar en beneficio de toda la humanidad, en lugar de convertirse en una herramienta para que algunos países persigan sus propios intereses. La competencia en el campo de la supercomputación debe basarse en la equidad, la justicia y la apertura, y promover conjuntamente el progreso tecnológico a través de la competencia y la cooperación legales. Al mismo tiempo, la comunidad internacional también necesita establecer reglas y mecanismos sólidos para limitar el comportamiento de varios países y garantizar un buen ambiente para el desarrollo científico y tecnológico.
En resumen, la "guerra secreta" de la supercomputación refleja la complejidad y variabilidad de las relaciones internacionales. Necesitamos mirarla con una actitud más racional y objetiva y buscar soluciones en las que todos ganen.